Los aceites de semillas (soja, maíz, girasol, canola, etc.) han sido fuertemente criticados, acusados de promover inflamación y riesgos cardiometabólicos. De hecho, el actual secretario de Salud de Estados Unidos, Robert Kennedy Jr, llegó a decir que los consumidores están siendo “inconscientemente envenenados”. Sin embargo, un nuevo estudio presentado en Nutrition 2025, que analizó casi 1.900 personas, muestra precisamente lo contrario, según un artículo publicado por el portal Food Navigator.
Este estudio midió niveles plasmáticos de ácido linoleico (un ácido graso omega‑6 esencial abundante en estos aceites) y vinculó valores elevados con menores biomarcadores de inflamación (PCR, glicoproteína acetilada, proteína S‑amiloide A) y mejor perfil glucémico: glucosa, insulina y HOMA‑IR más bajos
Los resultados coinciden con investigaciones previas que relacionan mayor consumo de linoleico con menor incidencia de diabetes tipo 2, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
A diferencia de otras investigaciones que se basan en cuestionarios alimentarios, este estudio empleó biomarcadores objetivos, lo que otorga mayor solidez. Los científicos piden ahora ensayos de intervención para confirmar si aumentar el consumo de linoleico reduce eventos cardiometabólicos.
Además, evidencia internacional —incluyendo organizaciones como la American Heart Association y estudios científicos recientes— respalda que reemplazar grasas saturadas (mantequilla, vísceras, aceite de coco) por aceites vegetales poliinsaturados reduce el colesterol LDL, mejora la salud cardiovascular y disminuye el riesgo de muerte prematura
Aunque se plantean preocupaciones sobre el balance omega‑6/omega‑3 y la posible formación de compuestos nocivos al freír repetidamente estos aceites, los nutricionistas coinciden en que el problema principal es el alimento ultraprocesado donde suelen emplearse, más que los aceites en sí. La evidencia no respalda que los aceites de semilla causen inflamación sistémica en humanos.
En definitiva: lejos de ser nocivos, los aceites de semillas parecen favorecer la salud cardiometabólica cuando se consumen en reemplazo de grasas saturadas, y de manera moderada dentro de una alimentación equilibrada.