El director de Unicampo considera que la caída en los niveles de proteína del trigo no es un fenómeno inesperado. Tras un año de soja excepcional, los suelos quedaron con muy poco nitrógeno disponible y el barbecho corto agravó el problema. “No había forma de sostener proteína alta”, asegura. 

Aunque todavía falta un pequeño porcentaje de chacras por cosechar, el panorama del trigo ya está bastante claro para el Ing. Agr. Esteban Hoffman. “Va a ser un buen año, pero no un año récord”, adelanta en diálogo con Informe Tardáguila. Los rendimientos vienen firmes, pero la proteína —el dato que hoy más preocupa a la industria— está mostrando valores bajos en una proporción significativa de lotes de distintas chacras del país.

Para Hoffman, esto no debería sorprender a nadie que siga de cerca la dinámica de los cultivos.

 “Hace tiempo que venimos diciendo que después de un año de soja muy bueno, el trigo arranca con un déficit de nitrógeno enorme”, explica. Y este año, dice, ese efecto se vio con claridad.

El agrónomo describe un escenario que se repite cada vez que la soja rinde por encima de lo habitual: el cultivo agota prácticamente todo el nitrógeno disponible en el suelo. “Este año medimos y había menos de 20 kilos de nitrógeno absorbible para todo el ciclo del trigo. Eso es nada”, enfatiza.

A ese punto de partida ya complicado se sumó otro factor: el barbecho extremadamente corto. Tras una cosecha de soja tardía y exigente, muchas chacras tuvieron apenas 15 o 20 días antes de la siembra de trigo. “El suelo queda cansado, frío y sin tiempo para recomponerse. Es una tormenta perfecta para la proteína baja”, reconoce. 

Hoffman recuerda que para obtener trigos de kg/ha 5.000 con proteína arriba de 11,5% se necesitan más de 200 kilos de nitrógeno disponibles. “Y este año no estaban. Entonces, aunque el rendimiento acompañe, la proteína no tiene cómo sostenerse”, explica.

Incluso en chacras que superaron los kg/ha 6.000-7.000 —algo que ocurrió en varios casos— la proteína quedó en torno a 11%. “Es lógico. El cultivo rinde, pero rinde a costa de diluir la proteína”, agrega.

Para el técnico, la discusión no debería centrarse en si el productor podría haber hecho algo distinto. “No hay manejo que compense un suelo tan pobre en nitrógeno y un barbecho tan corto. Es un tema estructural del sistema”, afirma. 

Con una cosecha del cereal que puede superar los 1,5 millones de toneladas, el desafío de comercializar una proporción importante de trigo con una proteína por debajo de 11% es un tema que genera cierta inquietud. Hoffman coincide, pero insiste en que el fenómeno tiene explicación agronómica clara.

“Cuando uno entiende cómo llega el suelo después de una soja excepcional, no hay sorpresa. Este año simplemente confirmó lo que venimos observando hace tiempo”, concluye.

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