Las estimaciones sobre las cosechas argentinas de soja y de maíz 2022/2023 parecen no encontrar un piso. La sucesión de déficit hídrico, ola de calor y heladas tempranas sustentaron sobre fines de la semana pasada nuevos ajustes en las proyecciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) para ambos cultivos en su informe semanal.
Se prevé que los stocks mundiales de trigo para la campaña agrícola hasta junio de 2023 se reduzcan a 269,34 millones de toneladas, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
Mientras se esperan mayores señales de la política que seguirá la Reserva Federal de los Estados Unidos en su lucha contra la inflación, que incluiría según las minutas de la última reunión del organismo nuevas subas de tasas para llegar hasta el objetivo de un índice inflacionario en torno del 2%, los precios de la soja terminaron la rueda de Chicago con bajas por una toma de ganancias de los inversores tras las subas del martes; por la ausencia de nuevas compras chinas, y por algunos pronósticos de lluvias sobre zonas agrícolas de la Argentina que, igualmente, no cambiarán mucho un panorama que lentamente comienza a definirse con números productivos muy negativos en relación con las expectativas iniciales. En rigor, son esos guarismos privados, que ubican la expectativa de cosecha argentina entre 34 y 38 millones de toneladas, los que hicieron (hacen) el mayor aporte para el sostenimiento de la soja en el elevado nivel de precios actual.
El Instituto Nacional de Semillas (INASE) realizó una proyección de la disponibilidad de semillas forrajeras para la presente zafra 2023 donde, según los datos presentados, se espera una mayor disponibilidad de semillas de avena y raigrás, mientras que cae la festuca, dactylis y cebadilla.
Las exportaciones de granos de Ucrania cayeron 28,7% a 30,3 millones de toneladas en la lo que va de la zafra 2022/23, afectadas por una cosecha más pequeña y las dificultades logísticas causadas por la invasión rusa, según mostraron datos del Ministerio de Agricultura el lunes, informó Reuters.
El volumen hasta ahora en el ejercicio que empezó el 1 de julio incluyó 10,8 millones de toneladas de trigo, 17,4 millones de toneladas de maíz y alrededor de 2 millones de toneladas de cebada.
La Cámara Uruguaya de Servicios Agropecuarios (CUSA) ajustó las tarifas para los trabajos para la próxima zafra agrícola (febrero-agosto) en un 3,47%. Para ello fue determinante el aumento de los salarios en pesos, mientras que el costo de la reposición de la maquinaría subió 22% el último año. A favor, jugó el descenso del precio del gasoil.
Luego de las fuertes pérdidas ocasionadas por la sequía, se agregó otro factor que, según reportes de los productores argentinos en varias zonas agrícolas, harán resignar miles de toneladas de soja: las bajas temperaturas y heladas registradas el viernes, consideradas “históricas” para esta época del año por tan tempranas. Hubo lugares con 1 grado o menos, entre otros registros.
La soja cerró con ligeras subas la rueda de Chicago y entre los factores que alentaron la mejora se destacó el recorte hecho hoy por la consultora AgRural sobre el volumen de la producción de la oleaginosa en Brasil, de 152,90 a 150,90 millones de toneladas (el USDA prevé 153 millones), como consecuencia de un nuevo ajuste en la previsión de cosecha de Rio Grande do Sul, que ahora se proyecta en 16,10 millones de toneladas, 4,30 millones por debajo de enero. La firma indicó que mejores productividades en Mato Grosso, Goiás y en el norte/nordeste del país compensan en forma parcial las mermas en Rio Grande do Sul. La posición mayo de la soja en Chicago cerró a US$ 559 por tonelada.
Los precios de la soja cerraron con baja en Chicago, mientras sus subproductos lo hicieron con altibajos (la posición marzo de la harina cayó US$ 10,91, mientras que el mismo contrato del aceite subió US$ 18,52). Entre las razones de la tónica negativa se destacaron las lluvias de los últimos días en regiones agrícolas de la Argentina –para este jueves se prevén nuevas precipitaciones–, que brindaron un alivio parcial a los cultivos –en algunas zonas tardío– que se vienen desarrollando en un contexto de severas restricciones hídricas.
El área sembrada entre colza (Brassica napus) y carinata (Brassica carinata) cerró la última zafra de invierno con una superficie récord de 348.145 hectáreas (ha), según la última Encuesta de DIEA. Ello implicó un salto en la superficie del 114% y se consolidó como el principal cultivo de invierno del país. En plena zafra de siembra la cotización de la tonelada de canola llegó a superar el umbral de los US$ 700 por tonelada, aunque luego perdió pie sobre la cosecha y se ubicó más sobre un eje de los US$/ton 500.
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